viernes, 2 de agosto de 2013

Contrastes


Envidia. Aunque totalmente sana, no deja de ser envidia.
Pura y simple envidia.
Alguno podrá decir que lo mío se debe a la facha del pibe.
Otros a la edad que ostenta.
Inclusive algún desubicado, y poco caballero, podrá decir que se debe a la bella novia que lo acompaña en su vida y su proyecto.
Pero no. Mi envidia se debe a ese grupo de hojas encuadernadas con la más nueva y alta tecnología. A esas tapas con Laca UV sectorizadas, y Polipropileno matte, que las vuelven una obra de arte en si mismas.
Y ojo que la explicación de mis celos todavía va por la tapa y ni siquiera ha llegado aún al contenido. Mi dentera no se debe únicamente a la calidad gráfica del mismo, sino a él en si, ya que los grossos que participan en estas páginas, activa y pasivamente, son la fresa de la torta de cualquier proyecto editorial relacionado al arte de pintar con luz.
Dejemos de lado que hoy en la Argentina es difícil, por no decir imposible, encarar un proyecto de ésta magnitud. No solo por la calidad del mismo, sino porque, si bien no existen competidores directos -ya que han ido quedando en el camino-, hacer una revista es, y se muy bien de lo que hablo, apostar a ciegas por, como mínimo, seis meses a que la gente crea en uno. Por más calidad que se posea.
Pero esto no lo amedrento, y cual Quijote, envistió a los gigantescos molinos de viento.
Lo asumo y me hago cargo… Envidia.
Pero dejando de lado éste, aunque puro, vil sentimiento, me fascina saber que aún existen locos que se aventuran a la mar sin brújula. Es que hacer este proyecto en una Argentina incierta es más que una aventura en mar picado… Es jugar a la ruleta rusa con 4 balas.
Sus 66 páginas son un salto al vacío, aunque la calidad de su contenido sea en realidad una red de contención.
Le auguro un futuro brillante a esta publicación, porque si así no lo fuese, tendría yo que reconocer que el mercado fotográfico argentino ha sucumbido ante la mediocridad. Y si bien en muchos (muchísimos) momentos pienso eso, no quiero aceptarlo, y aún tengo fe en que seguimos siendo un país de calidad artística de primer nivel.
Debo reconocerlo, mis deseos de éxito pueden más que mi envidia.

PD: Un truculento acto fallido ha prevalecido a que no haya mencionado el nombre de la fastuosa revista y su creador.  
Contrastes y Nicolás J. Silberay Pérez.
Obra y creador.

Revista Contraste

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