Tengo dos hijos chicos, que frecuentan un colegio en el barrio de Caballito. Cada ida, o venida, es una verdadera odisea sorteando “regalitos” perrunos. ¿No les da vergüenza?
Existe una cuadra, la peor de todas en la calle Eduardo Acevedo, que el mejor día apenas muestra pocos centímetros de baldosas entre un tremedal de heces caninas.
He viajado por otros países de América y Europa, y la verdad que no he visto tanta inmundicia de excrementos como en las calles de los barrios porteños. Por ejemplo, en España, he visto, en basureros públicos, rollitos de bolsas gratuitas para levantar las evacuaciones dejadas por los animalitos domésticos.
Aquí en Argentina no solo se robarían las bolsitas, sino que además dejarían un “montículo” hediondo al lado del receptáculo de basura.
Lo peor es que esto no es algo “nuevo”.
A raíz del fallecimiento del gran actor cómico, e integrante de "Los cinco grandes del buen humor", Jorge Luz, me puse a ver algunos videos de su personaje más añorado, la “Porota”.
Gloso que Porota Donatuzo de Cacopardo, nació como coprotagonista del segmento “La Tota y la Porota” en el programa televisivo “Las gatitas y ratones de Porcel”, en el cual éste último interpretaba a “La Tota” del titulo.
Volviendo sobre los videos que estuve viendo, encontré uno donde Jorge Porcel, mejor dicho “La Tota”, se quejaba de las deyecciones dejadas en su vereda por los perros.
Ni siquiera en la voz de un grande del humor vernáculo este tipo de situaciones pueden causar gracia.
Seamos un poquito más limpios.
Por favor.