lunes, 9 de julio de 2012

20 años no es nada

Tanguito: ¿Que filmas?
Pedro: No filmo, tomo prisioneros. Ves este momento. Desapareció. No vuelve más.
En cambio si yo lo filmo, queda preso acá dentro y no se puede escapar. Alguna vez, vamos a ser viejos. Pero acá vamos a ser siempre los de hoy.
Siempre.
Mariana: Entramos en la eternidad sin darnos cuenta.
Tanguito: Que buena idea. Me gusta. Quiero decirme algo a mi mismo cuando sea viejo. Filmame. Pero lo tenes que pasar dentro de diez años eh!
Mariana: No vas a ser viejo dentro de diez años.
Tanguito: Bueno dentro de veinte.
A mí en general me gustan los viejos. Los que tienen memoria. Y por si vos sos de los que se olvidan yo te recuerdo algunas cosas que ahora tengo claras: Todo no se compra. Todo no se vende.
Conozco una lista interminable de cosas que son más importantes que la seguridad. Soy capaz de soñar sueños…
Me gustan los caramelos colorados.
Estoy loco por Mariana…
Este dialogo pertenece a la película Tango feroz: la leyenda de Tanguito – filmada por el director Marcelo Piñeyro en 1993 – y se da entre Fernán Mirás (Tanguito), Leonardo Sbaraglia (Pedro) y Cecilia Dopazo (Mariana).
Esa escena me hizo pensar, por algún tiempo, que tendría que hacer algo así: filmarme para que en 20 años, cuando tenga 47, pueda recordar algunos principios e ideas que seguramente dejaría de lado con el transcurrir de los años.
La realidad es que hoy tengo 47 y en aquel entonces no me filmé. Hoy no se si me olvidé, o no, de algunos ideales de aquellos años.
Este tipo de ideas no son un acaecimiento. De hecho a puertas del nuevo siglo, mas precisamente el 12 October 2000, se estrenaba la película The kid, donde Bruce Willis se encontraba con un jovencísimo Rusty Duritz, su personaje, quien quería saber en que se había convertido y le reclamaba que hubiese desaprovechado su vida.
La cuestión es que, más allá de la ficción cinematográfica, nunca había conocido una historia semejante.
Hasta que conocí la historia de Jeremiah McDonald, un actor y videorealizador francés, quien, a los 12 años, se filmó para “reverse” en 20 años.
De éste experimento surge “A Conversation With My 12 Year Old Self: 20th Anniversary Edition” el cual es por lo menos muy curioso. No por la interacción entre los “dos” protagonistas, sino por la iniciativa y creatividad de un niño de apenas 12 años.
Hoy me arrepiento de no haberme filmado allá por 1993.

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