Steve Jobs |
Si bien se pueden hacer parangones entre la leyenda del rey de Frigia - antigua región de Asia Menor que ocupaba la mayor parte de la península de Anatolia - y el castigo impuesto por el dios Baco a su ambición, y la fructífera vida creativa de Steve Jobs, la noticia del fallecimiento del genio tecnológico me hace reflexionar sobre el verdadero fin de una era.
Nacido como Steven Paul Jobs, en San Francisco, California, el 24 de febrero de 1955 fue uno de los que revolucionaron el planeta con sus sueños hechos realidad.
Con apenas 21 años fundó en 1976, en el garaje de su casa junto con un amigo de la adolescencia, Steve Wozniak, Apple Inc., empresa que revolucionaría, y aun revoluciona, el mercado de la tecnología informática. Tanta fue la magnitud alcanzada por este genio informático, que, con solo 26 años, alcanzó la tapa de la revista Time en 1981.
Mas allá de sus increíbles creaciones y logros empresariales, como la compra en 1986 de Pixar Animation Studios por U$S 5 millones, o el “simple” hecho de ser el máximo accionista individual de The Walt Disney Company, su existencia marcó un antes y un después en la era de la informática y la tecnología.
Desafortunadamente su genio no puedo contra la grave enfermedad que lo venia derribando en los últimos años. Incluso, probablemente a sabiendas de su cercano fin, a fines de agosto de este año, presentó su dimisión a la compañía, dejando al frente del comité ejecutivo a Tim Cook como su sucesor. Éste alto ejecutivo venia reemplazándolo últimamente durante las licencias médicas que se tomó desde comienzo de año debido a su grave estado de salud.
Anoche, 5 de octubre, fue la propia compañía la encargada de comunicar su deceso: “Estamos profundamente entristecidos por tener que anunciar la muerte hoy de Steve Jobs. Su brillantez, su pasión y su energía fueron la fuente de incontables innovaciones que enriquecieron nuestras vidas. El mundo es inmensamente mejor debido a Steve”.
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